Estar orgullosos de nuestras posturas de Yoga es de mal gusto. Ser capaces de hacer las asanas “exitosamente” no significa nada. El Yoga no debe convertirse en un circo. Tampoco debe ser hecho como un refugio para la vida. En cambio, debe ayudarnos a purificar al cuerpo y a la mente, llevándonos de regreso a ese estado beatitud y receptividad desde donde podemos empezar a aprender”

Vanda Scaravelli

Las Asanas como Oportunidad para Establecer Patrones Optimos de Movimiento

Por Rosemary Atri e Ivana Sejenovich

El yoga es libertad, es el regreso a la mente natural. Sin importar como hayamos llegado al yoga, ya sea por sus beneficios corporales, anhelando una experiencia de éxtasis o en general buscando ser felices, la práctica misma nos va revelando niveles más profundos de experiencia. Fue a través de la observación de la naturaleza, de sus ciclos y de la forma en que esta se manifiesta, que los primeros yoguis fueron capaces de decodificar las condiciones para desarrollar este sentido de totalidad que nos es intrínseco. Se empezaron a establecer los parámetros para aplicar esta tecnología de refinamiento del ser.

Cuando nos acercamos al Yoga, empezamos por considerar que lo que debemos hacer es poner gran empeño en aprender a hacer las posturas correctamente. No cabe la menor duda que esto es un gran aprendizaje, sin embargo, la esencia de ese aprendizaje no se encuentra en la forma misma de las posturas, sino en la aplicación de ellas a la condición total de de cada individuo, y en el desarrollo de nuevas habilidades de movimiento. El valor transformador de cada postura debe ser visto siempre en relación a su función, más que a su forma.

La práctica de yoga es una metodología para eliminar todo aquello que nos impide ver con claridad. El sentido de la práctica es derribar las barreras que, sin darnos cuenta nosotros mismos hemos erigido, y que nos privan de una auténtica conexión con la vida. Esa conexión ya existe, sólo hay que redescubrirla. Pretender ser “mejores” puede convertirse en una sutil auto-agresión.

Se ha puesto excesivo valor en la precisión de la forma fija. Múltiples detalles de posicionamiento y de cómo conducir al cuerpo hacia una dirección predeterminada, nos ha llevado a crear estándares externos de perfección, con el riesgo de rigidizar aún más nuestras programaciones corporales y limitar la expresión de vitalidad en el movimiento y la forma final. Si los estándares externos son demasiado importantes para nosotros, antes de haber reconocido nuestra condición actual, tenderemos quizás a reforzar más patrones que no son tan funcionales.

Queremos practicar un Yoga que establezca patrones de movimiento óptimos, que contribuya a recuperar conexiones sensoriales y motoras que conduzcan a una expresión funcional e integral mayor de nuestro cuerpo. El Yoga con visión somática nos invita a recobrar nuestra inteligencia corporal nata, la cual se va olvidando en una cultura, como la nuestra, que privilegia la razón, considerado al cuerpo como una máquina.

Al despertar principios de sabiduría somática en nosotros, se enriquece nuestra capacidad para explorar y practicar las asanas, con un alineamiento y fluidez naturales, cuyo fruto es abrir y fortalecer al cuerpo para que la energía se exprese armoniosamente. El despertar de la conciencia corporal profunda en la práctica de asanas nos lleva a vivir en profundidad el Yoga.